En el año 1815, cuando la atención de Europa se centraba en las negociaciones del Congreso de Viena, aparecieron en Berlín los dos tomos de la obra principal de Solger sobre filosofía del arte: Erwin. Vier Gespräche über das Schone und die Kunst. En esta obra encontramos una de las reflexiones más importantes del siglo XIX acerca del concepto de ironía. Frente a la estética hegeliana, que pretende desterrar a toda costa el poder disolvente de la ironía, Solger reivindica la figura de Sócrates y mostrar, como sostiene Henckman, que “la esencia del arte consiste en aquel hecho sorprendente, en aquella transición instantánea de la idea a la aparición temporal que él designa como ironía”. Estructurado en cuatro diálogos –según el principio solgeriano con arreglo al cual sólo el diálogo es «filosofía viviente»- Erwin ofrece los instrumentos necesarios para un examen crítico de las principales teorías estéticas del Romanticismo alemán.